“Toda revolución requiere un cambio de paradigma” – Thomas Kuhn
Si entendemos por paradigma un modelo conceptual que define un conjunto de prácticas específicas, la posibilidad de cambio social e innovación se nos abre ante la transición entre un paradigma y otro.
Cultural e históricamente las prácticas sociales se fijan en los grupos a través de la experiencia reafirmada y el consenso; el uso constante y la aceptación conjunta instituyen la apropiación y reproducción de dichas prácticas.
La Educación, como centro para la negociación y transmisión de dichas prácticas sociales y contenidos culturales, se debate entre reproducir el paradigma social dominante o acogerse a la reflexión discursiva y transformadora que apunta en direcciones innovadoras.
¿Cuál debería ser su camino? En nuestra época, ¿Cómo entender desde la Educación las demandas sociales?
La sociedad del des-conocimiento
La nuestra parece ser reconocida como la era en primer lugar de la información y por algunos como del conocimiento.
La velocidad de nuestros días parece incomparablemente agitada en contraste con la otrora vida pre-industrial, donde el ritmo de las largas jornadas en el campo acompañaba toda actividad humana en el tranquilo pasar de los días; hoy pareciera que tenemos demasiada información y muy poco tiempo para reflexionar sobre ella.
Es la nuestra una sociedad que ha sucumbido a lo efímero y es la moda la filosofía imperante; tal como lo definió W. Benjamín (1982), el cambio acelerado resulta atractivo en sí y lo que hoy parece valioso lo es por su capacidad de desaparecer muy pronto. Apenas escuchábamos del atentado terrorista en Angola cuando ya surgían los primeros informes sobre el terremoto en Haití; la memoria social resulta entonces algo pasajero y sujeto a la primicia noticiosa.
La sociedad globalizada exalta el valor de la información, de su almacenamiento e intercambio, y en el marco del libre comercio, las políticas desreguladoras y la ley de la oferta y la demanda todo se resume en producir información y saberla vender.
¿Hay allí oportunidad de conocimiento entonces?
El otro se nos presenta solamente como una fuente de información y la interconectividad parece dejar en un segundo plano la afectiva interacción cara a cara, hasta tal punto que sabemos más de sociedades geográficamente lejanas que de nuestra cercana familia, pues el tiempo parece no alcanzar - y como lo recoge Z. Bauman (2003), la Internet nos da la ventaja de seleccionar a alguien y darle “Delete”.
Allí se nos permite colegir que la labor de las instituciones sociales debiera resignificarse y no conformarse solamente con reproducir el paradigma dominante. Siguiendo a Buendía y Martínez (2007), la Educación debe reconocer el contexto en el que se encuentra y es allí donde puede reinterpretar las demandas que se le hacen para asumir una perspectiva humanista, un punto de partida en el que predomine el desarrollo humano y la orientación hacia modelos de aprendizaje basados en el conocimiento, y no en la simple información.
Gestionando un cambio de paradigma
¿Por dónde empieza el cambio?
Diversas teorías pudieran esgrimirse ante una pregunta así, pero más allá de la ambigüedad podríamos recoger los planteamientos de Alanís (2010) en torno a la curva de apropiación de una innovación en el seno de las organizaciones.
Todo comienza con la percepción de que algo puede ser diferente; un pequeño grupo de personas con predisposición a escuchar nuevas propuestas empieza fácilmente a adoptar la innovación. El soporte de la innovación permitirá que nuevos usuarios de ella vayan adoptándola lentamente hasta un punto máximo en el que la innovación es adoptada por la mayoría. Con el tiempo los más escépticos comenzarán a evaluar la propuesta y siempre habrá un grupo de personas que quizás nunca esté dispuesta a recibir la innovación.
Todo este proceso requerirá diversos niveles de acompañamiento para que se consolide efectivamente.
¿Por qué no asumir un nuevo modelo educativo como una innovación de éste tipo?
La propuesta recogida por Heredia y Romero (2007) nos propone que pasemos de un modelo basado en la enseñanza a uno basado en el aprendizaje; dicho modelo nos permitiría resituar las necesidades del educando desde una perspectiva de sistemas, en donde contexto, contenidos, docentes y estudiante interactúan afectándose mutuamente.
El desafío es inmenso pero no por ello menos provocativo, si se trata de leer críticamente las posibilidades de la Educación en nuestro contexto actual.
Finalmente, la búsqueda de la innovación en un paradigma educativo centrado en la persona debe reconocer su identidad y su sentido de pertenencia, no puede negar su conocimiento sobre sí mismo y su contexto. En tiempos de globalización no resulta suficiente abrirse al mundo sin el complemento necesario de lo propio y de los valores particulares.
Es entonces una conclusión necesaria responder nuestra pregunta sobre la conservación y el cambio: respetar lo propio y conectarlo con lo nuevo para responder a los desafíos que se presentan.
Referencias
Alanís González, M. (2010). Gestión de la introducción de la innovación tecnológica en educación. En Burgos Aguilar, V. & A. Lozano Rodríguez (Comp.). Tecnología educativa y redes de aprendizaje de colaboración. Distrito Federal, México: Trillas
Bauman, Zygmunt (2003) Amor líquido: acerca de la fragilidad de los vínculos humanos. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.
Benjamín, Walter (1982) Moda y ciudad. En: Martín-Barbero, Jesús y Silva, Armando (comps.) Proyectar la comunicación. Bogotá: Tercer Mundo.
Buendía, Agustín y Martínez, América (2007) Hacía una nueva sociedad del conocimiento: retos y desafíos para la educación virtual. En: Lozano Rodríguez, A. & Burgos Aguilar, V. (Comp.). Tecnología educativa: en un modelo de educación a distancia centrado en la persona. Distrito Federal, México: Limusa. (Capítulo 3)
Heredia, Yolanda y Romero María (2007) Un nuevo modelo educativo centrado en la persona: compromisos y realidades. En: Lozano Rodríguez, A. & Burgos Aguilar, V. (Comp.). Tecnología educativa: en un modelo de educación a distancia centrado en la persona. Distrito Federal, México: Limusa. (Capítulo 2)
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